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"El futuro no llega, se construye"

Juan Carlos Iturri

Director Ejecutivo Fundación IES

COLUMNISTA

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Tal vez la más importante lección que tienen los países es que deben construir un futuro soñado compartido por la mayoría que sirva de guía para construir un mejor país. En nuestro país todavía esa visión compartida no existe y eso genera que no podamos encontrar una visión de largo plazo.

Desde mi punto de vista, los y las bolivianas nunca hemos sido tan iguales y, sin embargo, nunca hemos estado tan enfocados en lo que nos diferencia.

La comprobación de esta afirmación se da al analizar las pautas de consumo y las aspiraciones de la gente, de Cobija a Villazon o Yacuiba y de Charaña a Puerto Suarez, las madres quieren la mejor alimentación posible, la mejor educación y la posibilidad de empleo para sus hijos e hijas. Los jóvenes quieren acceso a internet y la moda prende en todos los estratos sociales. Teléfono celular de por medio, el mundo se ha colado a través del internet y llego para quedarse en la vida cotidiana de todos.

Al mismo tiempo, distintas corrientes confluyen para resaltar las diferencias, entre hombres y mujeres, entre cambas y collas, entre norteños y chapacos, en fin, entre todas las categorías posibles, donde podamos dividirnos entre ellos y nosotros.

Esa polarización, conveniente para quienes quieren sacar rédito político, impide que nos reconozcamos como parte de una sociedad en construcción donde nuestras diferencias se funden para crear fortalezas que nos permitan enfrentar con éxito los desafíos del contexto internacional.

La verdadera lucha es por desarrollar las capacidades y el talento humano para generar en el país bienes y servicios que puedan exportarse con éxito a otros mercados. Totalmente lo contrario de exportar personas con talento y coraje y alegrarnos por que cada vez recibimos montos mayores de “remesas”.

Debemos crear las condiciones para que nuestros hijos y nietas puedan vivir en Bolivia, respetando las diferencias, construyendo en conjunto la identidad boliviana y rescatando el orgullo de ser bolivianos.

 

En este artículo quiero compartir algunas ideas de lo que creo que es imprescindible para poder tener una visión de largo plazo al que las empresas puedan referirse cuando piensen en el horizonte de lo que viene:

Todos los países necesitan una visión compartida (al menos por la mayoría). Es indispensable para la creación de una conciencia ciudadana que aglutine los esfuerzos de todas y todos para para ir hacia ese destino anhelado. Esa visión compartida requiere poder pensar a largo plazo, pero en Bolivia somos incapaces de mirar el largo plazo, porque estamos concentrados en lo inmediato.

Si pudiéramos pensar a largo plazo, veríamos que, para competir en el mundo, es imprescindible alcanzar un nivel de productividad del que carecemos, no importa si en agronegocios, en industria, en turismo o servicios, somos poco competitivos (más allá de las bondades que la madre naturaleza nos dotó), porque nos falta productividad.

Y para lograr productividad se necesita de conocimiento aplicado y tecnología, que dicho de otro modo es educación e inversión, y para que esta última pueda darse se necesita seguridad jurídica, que es una condición básica para que se desarrolle un país.

En resumen, para construir una propuesta a largo plazo, de un país que pueda insertarse de forma competitiva en el mundo es imprescindible que concentremos nuestros esfuerzos en incrementar la productividad y ello requiere cambios significativos en la justicia y la educación.

También es importante tomar conciencia del verdadero potencial que tenemos, no existe una solución única ni un milagro que nos saque sin esfuerzo hacia adelante.

 

Una visión de largo plazo requiere crear institucionalidad y seguridad jurídica, con visiones de desarrollo que no quemen nuestra posibilidad de supervivencia futura, por ello el aprovechamiento de los recursos naturales debe enmarcarse en un modelo sostenible.

Es innegable que el país cuenta con recursos no renovables, como la minería y los hidrocarburos, aunque ambos requieren normativas que permitan la exploración, identificación y explotación, con alta productividad y respetando el ecosistema y la naturaleza. Hay países que han conciliado en su legislación, incentivos para la explotación sustentable de los recursos naturales y procesos de mitigación y reparación de la naturaleza.

Por otra parte, mucho más importante desde mi punto de vista, es la riqueza natural que tiene el país, no sólo en sus reservas naturales, sino en toda su geografía. Lamentablemente la falta de una política de protección y, al mismo tiempo de rentabilización de esa riqueza, genera presiones de sectores que están destruyendo esos recursos en busca de sustento o de ganancia fácil y de corto plazo.

Somos parte de lo que el mundo necesita para sobrevivir, debemos trabajar para desarrollar modelos sostenibles en agricultura y ganadería, en silvicultura y turismo, en energías renovables y mantenimiento y reposición de los recursos hídricos.

Esta es una tarea que no la puede encarar por sí sólo, ningún gobierno, ni el sector privado, ni la sociedad civil. Requiere el concurso de todos y todas, y abre una posible esperanza para tener una visión común y un futuro como país.

 



Juan Carlos Iturri

Director Ejecutivo Fundación IES

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