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UNECO ENERGY, uno de los seis finalistas de la Aceleradora A100+ de CBN: energía limpia desde el campo boliviano

En esta edición especial de la revista, continuamos destacando a los innovadores bolivianos que están generando un impacto real desde sus territorios y convicciones. Hoy conocemos a Valeria Alison Rivero Baldiviezo, representante de UNECO ENERGY, uno de los seis emprendimientos finalistas del programa Aceleradora 100+ de CBN. Desde la Amazonía boliviana, UNECO está revolucionando el acceso a energía limpia mediante biodigestores accesibles, sostenibles y diseñados para quienes más lo necesitan. Esta es su historia:

¿Cómo surgió UNECO ENERGY y qué los impulsó a emprender este camino?
UNECO ENERGY nació porque yo viví en carne propia lo que significa no tener acceso a energía. Crecí en Guayaramerín, una zona rural de la Amazonía boliviana, donde cocinar con leña y vivir con velas era parte de la vida diaria. Esa experiencia me marcó profundamente y me enseñó el valor real de tener acceso a energía digna.
Pero este no es solo mi camino. Este emprendimiento también es el sueño compartido con Jorge Colosetti y José Daniel Caballero, compañeros de universidad, de errores, aciertos y desafíos. Juntos nos propusimos hacer algo que pudiera cambiar realidades.
Aprendimos que el metano de los desechos ganaderos —que antes solo veíamos como un problema— podía convertirse en energía limpia. Y ahí decidimos actuar. Queríamos que otras familias como las nuestras tuvieran una alternativa mejor, digna, y hecha con lo que ya tienen.
Así comenzó este camino: con una idea sencilla, un prototipo armado a mano y un sueño muy grande que hoy compartimos los tres.


¿Qué problemática abordan con su solución y a cuál de los pilares de la Aceleradora 100+ responde?
Resolvemos algo que duele todos los días: la falta de energía digna en las zonas rurales y la contaminación que generan los residuos orgánicos ganaderos.
Con nuestros biodigestores, convertimos esos residuos en biogás para cocinar o generar electricidad, y en fertilizante natural que mejora la tierra.
Esto impacta directamente en el pilar de acción climática, aunque también toca economía circular y gestión del agua.
Lo que buscamos no es solo reducir emisiones: es que una familia pueda cocinar sin humo, ahorrar en gas y mejorar sus cultivos. Que puedan vivir mejor sin tener que irse de su tierra. Y esto lo hacemos como equipo, combinando nuestras fortalezas técnicas, estratégicas y humanas.


¿Cuál es el elemento innovador de su propuesta y cómo integran la sostenibilidad en su modelo?
Nuestra innovación está en hacerlo posible para los que menos tienen.
Los biodigestores son modulares, fáciles de usar y fabricados localmente, sin necesidad de obras complicadas. Usamos sensores simples para monitorear y dar mantenimiento sin depender de expertos.
No solo vendemos un producto: enseñamos a usarlo, lo acompañamos, y lo hacemos parte del día a día del productor. Esa es la sostenibilidad que creemos: una que se entiende, se cuida y se queda.
Y todo esto lo pensamos y diseñamos asegurándonos de que cada solución realmente sirva a las personas a las que queremos llegar.


¿Qué representa para ustedes haber sido seleccionados como finalistas del programa A100+?
Es una alegría inmensa, pero sobre todo, es un respiro de esperanza. Porque muchas veces uno lucha desde el silencio, desde lo local, con las uñas.
Estar aquí significa que alguien más vio lo que nosotros vimos: que esto vale la pena. Que nuestras ideas también pueden cambiar realidades.
Y para nosotros como equipo —Jorge, José Daniel y yo— es un momento que nos une aún más. Este reconocimiento valida no solo el proyecto, sino también el esfuerzo de todos estos años caminando juntos.


¿Qué aprendizaje y valor ha significado para ustedes el acompañamiento de CBN en el proceso previo al pitch final?
Nos abrió los ojos.
Gracias a las mentorías y Beercamps, aprendimos a ver el negocio como sistema, a pensar en indicadores, en métricas, en expansión.
Nos ayudó a ordenar lo que teníamos, a darle forma, y sobre todo, a confiar en que esto puede crecer. Como equipo, valoramos mucho los espacios donde podemos aprender, equivocarnos y mejorar juntos. Sentimos que de verdad quieren ayudarnos a llegar más lejos.


¿Qué necesitan actualmente para seguir creciendo y por qué consideran fundamentales iniciativas como A100+ en Bolivia?
Necesitamos apoyo para producir más biodigestores, mejorar nuestro sistema de monitoreo y llegar a nuevas comunidades.
Y necesitamos aliados que crean en nosotros, no solo como proyecto, sino como equipo humano comprometido con el país.
Iniciativas como A100+ son esenciales porque ponen luz donde nadie mira. Apoyan ideas reales, hechas desde el campo, por gente que conoce el problema. Bolivia necesita más espacios así, donde se escuche a los que proponen desde abajo hacia arriba.


¿Cuál ha sido el mayor aprendizaje que les deja el programa hasta el momento?
Que no estamos solos. Que hay otros soñando con un país distinto, y que no tenemos que saberlo todo para empezar.
Aprendimos a hablar con más claridad, a pedir ayuda cuando lo necesitamos y a valorar cada pequeño paso del proceso. Como equipo, también aprendimos a comunicarnos mejor entre nosotros y a sostenernos cuando las cosas se complican.
Lo más valioso es saber que estamos creciendo juntos.


¿Hay algo más que quieras compartir sobre tu experiencia como finalista de A100+?
Ser finalista me hizo mirar atrás y darme cuenta de todo lo que hemos logrado… sin tenerlo todo, pero con todo el corazón.
Quiero destacar algo muy importante: este proyecto no sería nada sin un equipo con compañeros inseparables como Jorge y José Daniel. Somos diferentes, pero compartimos un propósito. Y es en esa diversidad donde encontramos nuestra fuerza.
Esto no es solo un emprendimiento. Es un pedacito de nuestra historia, de nuestras comunidades, y de un sueño que empezó con muy poco, pero con muchas ganas de hacer algo que importe.

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