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Desplegar nuestro potencial en tiempos de cambio.

Sin liderazgo no hay emprendimiento exitoso

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Por Lic. Alicia Cybulka

¿Estamos ya preparados para triunfar, o para equilibrar un posible fracaso en nuestro emprendimiento?

 En cada encuentro de Emprendedurismo muchos hemos escuchado a expertos que sostienen que hay una curva de fracaso en los primeros 2 a 5 años del lanzamiento. Estas estadísticas de fracasos se atribuyen a la incompetencia, -un término que posiblemente se refiera al desconocimiento del rubro-, a los costos fijados de manera emocional, a una mala planificación, al impago de impuestos registrados ante el fisco, a la mala financiación o definitivamente: el desconocimiento de como agregar valor, hasta la falta de experiencia o la mala gestión.

Para crecer y alcanzar las metas planificadas, no hay pócimas mágicas, -dado que no existen-. Reconocemos a líderes en cada empresa, quienes se manejan con parámetros donde hay exploración de cada potencial, incluso a nivel de la creación misma de nuestra vida como seres que somos. La vida de nuestro emprendimiento es producto de nuestra esencia como líderes o dirigentes de una empresa, aunque parezca esto una teoría.

En el mundo de los negocios, el management, -el mercado mundial- no se maneja con ninguna fórmula mágica, ni la implementación de una idea, tampoco de un gurú que no es líder en su más profunda definición. Por ello, revisando visiones de reconocidos líderes a nivel internacional, es que compartimos algunas recomendaciones para implementar acabadamente en este nuevo año que a muchos preocupa, pero que también viene con desafíos culturales tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo -y muchos en plena crisis y guerras-, que por más que parezcan primarios u obvios, es bueno revisar.

Pongamos entonces, nuestra mira en ese potencial oculto que tenemos como emprendedores y que hay que activar:

 # Seamos auténticos, visionarios, como también flexibles, sin irnos del eje para cada objetivo planificado, sin ponernos límites dado que cuando emprendemos, muchas veces es preciso arriesgar. Por lo que, es de sabios parar, valorar y ser conscientes que estamos en un escenario de cambio constante, siendo los diseñadores de nuestra expansión.

# Actuemos con criterios de gestión de cambio duraderos, dando pluralidad y versatilidad a cada proceso.

# Auto conozcámonos y sostengamos el equilibrio, especialmente en el cambio que debemos ajustarnos individualmente. Indaguemos al mismo tiempo dónde está el nicho del nuevo cliente, puesto que es importante atrevernos a romper patrones y estereotipos que ya no funcionan, para desterrar aquello que nos impone inseguridad.

# Comuniquemos a nuestros clientes y objetivo, cuál es nuestra especialidad y diferenciación del mercado de manera persuasiva, incluso mostrando nuestros próximos lanzamientos de manera convincente y en mejora continua.

# Capacitémonos. Es crucial prepararnos y formarnos continuamente con los que más saben y con expertos en cada materia que nos limita o quita concentración de nuestras propias habilidades.

# Revisemos nuevamente nuestros objetivos, para adaptarlos al contexto y coyuntura actual, busquemos asesoramiento. Recapitulemos esa búsqueda constante del servicio con el que nos distinguimos en el mercado.

# Dejémonos asesorar, al tiempo que descubrimos y gestionamos nuestros recursos sin caer en la queja o el estancamiento, rompiendo prejuicios y barreras. Está prohibido victimizarnos o bajar los brazos.

# Aprendamos a delegar y a hacer alianzas, pero siendo autónomos en las estrategias que debemos implementar, optimizando nuestro tiempo como líderes estratégicos en lo que a decisión y creatividad respecta.

#  Disciplinémonos. Podemos innovar, implementando y expandiendo nuestra misión y visión sin temor, observando las plataformas internacionales, pero adaptándolas a nuestro mercado local, con persistencia.

# Comuniquemos adecuadamente cada uno de nuestros pasos a innovar, de manera interna como externa, pero creativamente en los distintos escenarios. Logremos dar mensajes de impacto con nuestra oratoria, para dar visibilidad, posicionándonos como expertos. Seamos sororos, creativos y generosos en cada andamio de expansión con nuestro espacio de influencia.

# Seamos constructores de relojes -cual arquitectos-. No nos limitemos a dar solamente la hora.

# Acojámonos a movernos en la sintonía de la agregación. Recordemos que no descubrimos individualmente la pólvora. Agregamos mejoras, en todo caso.

# Apostemos y estimulemos el progreso. Incluso siendo un aporte muy grande a la creación de un emprendimiento o compañía visionaria, como también siendo el más importante eslabón para una gran compañía.

# Desafiémonos a trabajar con la mejor imagen que proyectamos como marca, emprendimiento, pyme, empresa, pero especialmente siendo vistos como líderes. La imagen que proyectemos es un potente factor de cambio y desarrollo, tanto como estrategia de alianza, como de expansión.

# Despeguemos del temor al fracaso. Recordemos que “un fracaso temprano seguido de un éxito posterior es una señal de potencial oculto”. Insistamos en los ajustes, la flexibilidad y el trabajar en equipo.

# Permitamos que nos evalúen, incluso en ese potencial que no está a la vista, de manera que expandamos también lo impensado.

#Convirtámonos en una parte activa del cambio -y no en víctimas- de aquello que no manejamos sectorialmente.

# Activemos la búsqueda del propósito que el Hacedor nos ha dado, siendo libres de temor, cuando atravesamos tiempos de incertidumbre. Miremos la gracia que recibimos, pues aquí está la clave.

En cada curva y estación o temporada de cambio, podemos poner el sentido de responsabilidad trayendo transformación a nuestro metro cuadrado. Ese estímulo desafiante solo se activa con esperanza, erradicando el desánimo y la frustración y en cambio involucrándonos responsablemente a ese llamado para servir a los propósitos para los que fuimos llamados a expandirnos con nuestro producto o servicio.

Es importante tener la visión de trabajar dejando atrás el miedo y aceptando nuevos retos que benefician a nuestra sociedad. Abrazar siempre nuestra misión y visión cual “reto de responsabilidad” en relación con los seres que nos rodean, en definitiva, nos convierte en conductores de esa gracia que recibimos, ayudando a que se realice un buen plan para generaciones futuras. Y es allí donde seremos probados realmente.

Si bien muchas estadísticas que indican como fracaso a determinados emprendimientos, evaluemos paralelamente que el fracaso podría ser en realidad una señal positiva. Existen análisis de muchas empresas que fracasan en el primer año, en realidad termina siendo algo bueno, dado que los mismos emprendimientos no tenían el potencial de éxito asegurado a largo plazo, por falta de expertos o ansiedad.

Es bueno analizar lo que sostienen muchos expertos en Emprendedurismo: que el fracaso temprano les podría ahorrar importantes gastos y liberar a sus equipos para modificar su curva de lanzamiento y posicionarse con fortaleza en nuevas oportunidades más valiosas o en mejores nichos.

El reto del cambio prueba y revela quiénes en definitiva somos. Un concepto importante que debemos recordar es: debemos estar listos en todo momento para aferrarnos a lo que somos, a cambio de soltar todo nuestro potencial y llegar a ser lo que soñamos.

El cambio nos afecta de muchas maneras -estemos en el país o ciudad que estemos-, en todos los sectores o rubros, por lo que, todas estas formas pueden ser destiladas en un reto principal: una prueba de madurez. Es distinto reaccionar al cambio, que responder ante el cambio con una visión de análisis de los riesgos en cada uno de nuestros emprendimientos.

El mundo esta en constante cambio y el mismo afecta el ecosistema en el que nos movemos. Los cambios son por factores externos e internos, muchos de ellos no los podemos prevenir, aunque los mismos nos obligan a revisar constantemente nuestros objetivos para mitigar los riesgos.

Como emprendedores nuestra posición siempre requiere actuar con integridad y ética en cada negociación para los desafíos que apostamos y nos lanzamos.

Por Alicia Cybulka

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